La anécdota tiene gracia. Durante casi dos años, Mark Zuckerberg y Jan Koum, CEO de What´sApp se vieron a menudo en cafeterías del Silicon Valley y caminaron por los montes cercanos, hasta que el 9 de febrero hablaron seriamente de la posibilidad de una compra de What´sApp por Facebook. El 14, día de San Valentín, Koum pasó por casa de Zuckerberg y le dio el sí ante una bandeja de fresas con chocolate. Así contada, la fábula acaba en final feliz: 19.000 millones de dólares es el precio de una transacción que hará multimillonarios a Koum, su socio Brian Acton, los 55 empleados de What´sApp y sobre todo a Sequoia Capital, que obtiene una plusvalía de 3.000 millones por haber apoyado desde 2009 a los dos creadores de la mensajería más popular. Para la petite histoire queda otro detalle: cuando Facebook empezó a crecer, Zuckerberg no se entendió con Michael Moritz, cabeza visible de Sequoia, y rechazó su oferta de respaldo financiero.
Muchos nos preguntábamos cuál era el modelo de negocio de What´sApp aparte de multiplicar el número de sus usuarios. Pues ese, ese mismo, era el modelo: alcanzar un punto en el que los X millones de usuarios fueran valiosos para una empresa que pudiera pagar por ellos la cifra más alta. Una simple división revela que Facebook pagará 28 dólares por cada uno de los 450 millones activos de What´sApp. Como la inmensa mayoría de esos usuarios no son de pago, o en el mejor de los casos pagan 1 dólar al año, el precio per capita sólo se justificaría para quien pudiera explotar abundantes sinergias y tuviera la posibilidad de pagar la cifra total.
Las sinergias entre Facebook y What´sApp no admiten dudas. La célebre red social tiene 1.200 millones de usuarios, pero para completar su viraje hacia los móviles le falta una herramienta de mensajería: ni la compra de Beluga en 2011 ni la de Instagram (1.000 millones) ni sus esfuerzos internos de desarrollo han sido suficientes para emular el rapidísimo crecimiento de What´sApp. Al mismo tiempo, hay indicios de caída en el entusiasmo adolescente hacia Facebook, y por esto intentó comprar Snapchat – que increíblemente rechazó 3.000 millones de dólares – aplicación muy popular en ese tramo demográfico. Quizá lo más importante sea que What´sApp tiene más usuarios que Facebook en India. Brasil y México, y es popular en China, donde la segunda no ha sido autorizada pese a que Zuckerberg ha cogido afición a visitar el país. Además, siempre cabía la posibilidad de que Google interfiriera con una oferta.
Por el lado de What´sApp, el momento es idóneo para vender. Vale mucho porque casi iguala el número de mensajes SMS que pasan por las redes de los operadores, a los que ha dañado gravemente en sus ingresos; pero a la vez empieza a sufrir la competencia de rivales como WeChat – de la empresa china Tencent – y Telegram, de origen ruso, por lo que limitada a sus solas fuerzas el crecimiento podría atenuarse.
La pregunta que queda en el aire es qué se propone hacer Zuckerbeg con su nueva propiedad. Mantendrá las operaciones separadas, pero eso no quiere decir mucho. Ha manifestado que no pretende incorporar publicidad en los mensajes que se envían a través de What´sApp [19.000 millones al día, curiosamente la cifra es idéntica al precio de venta]. Koum, en la única entrevista que he leído, rechazaba categóricamente insertar publicidad en los mensajes de su aplicación [bueno, también dijo que no tenía intención de vender]. Pero estas declaraciones no cierran la puerta a la complementariedad de ambas aplicaciones: el propio Zuckerberg ha dicho que What´sApp está en camino de alcanzar los 1.000 millones de usuarios.
Todo está muy bien, pero ¿vale 19.000 millones? Según los múltiplos usuales, Whats´App debería generar un cash flow de 1.000 millones de dólares cada año hasta 2018, y aun así las cuentas no cuadrarían. Que Facebook haya decidido dedicar el 10% de su capitalización bursátil – vale que pagará mayoritariamente con acciones – a comprar una empresa que tiene unos ingresos marginales, pone de manifiesto que el verdadero plan no está en lo que se ha declarado sino en lo que no se ha dicho.